lunes, 21 de diciembre de 2009

La noche de las librerías

Cuando llegue a la calle Corrientes y finalmente pude entrar en la parte que era peatonal, entre los bocinazos y los gritos de los conductores, lo primero que pensé fue: ¿para esto cerraron Corrientes? Es cierto que había estado el temporal, es cierto que había cierta llovizna en ese instante, pero la verdad que la imagen era triste, como una marcha a la que no fue nadie. El panorama cambió cuando entré en la primera librería: la gente estaba donde tenía que estar, con los libros. A mí, aunque el gentío suele desesperarme y me hace huir despavorida, me sigue conmoviendo ver que la gente acude en masa cuando hay ofertas culturales interesantes. Ya sé lo que me contestarían los cínicos de siempre: ¿cuánta de esa gente lee el libro que compra?, ¿cuánto de los libros que se compran son “buenos” o “literatura”?, ¿dónde está esa gente el resto del año? Sí, la gente lee poco y tiene esa mala costumbre de leer cosas que para muchos de nosotros no son “buenas”, chocolate por la noticia. Pero me parece que hay que ir más allá de nuestra necesidad de que el resto del mundo se comporte como uno quisiera. Me parece que ya el hecho de ir, el hecho de gastar su dinero en libros, incluso si es por mero snobismo, es algo. Parecerá tonto, pero al menos que leer siga siendo considerado un valor del cual estar orgulloso, incluso si es un poco hipócrita porque de cada diez libros comprados se leyeron dos, es para alegrarse. No recuerdo a quién le escuché decir eso de que antes se vendían libros por metro para decorar, porque daba estatus tener una biblioteca aunque no se leyera ni el diario, ¿ahora quién gasta el valiosísimo espacio de pared en eso? No digo que volvamos a un culto hipócrita del libro, pero yo soy de la opinión de que una persona que lee, aunque me parezca una reverenda porquería lo que lee, es para alegrarse. Si el hábito o al menos cierta costumbre de leer está, se puede ir cambiando los “gustos literarios”, se puede pasar del eterno bestseller del verano a algún clásico, a ir más allá de lo que está de moda.

No voy a decir tampoco que la Noche de las Librerías fue la panacea. Había ofertas, sí, y me volví a casa muy contenta con mi botín, pero la verdad que son las ofertas que uno siempre encuentra en Corrientes. Sería muy interesante si las grandes editoriales, por ejemplo, ofrecieran algún descuento especial esa noche, aunque más no sea el 10%. Claro, que fuera un descuento real, no como el de la Feria del Libro que suele ser, aumento un 20% y sobre eso te hago el descuento.

También es cierto que le falta publicidad al evento, casi como si al gobierno de la ciudad le diera vergüenza marcar que a veces, casi de compromiso, se acuerda de la cultura.

1 comentario:

Mariana Grabde dijo...

Estoy totalmente de acuerdo. Como digo siempre, nadie empieza leyendo el Quijote. También, es cierto que, antes, al menos, el Quijote y el Martín Fierro los tenía todo el mundo, aunque no los hubiera leído.